Las abejas son recolectoras dedicadas, crean pasos de baile para indicar a las otras la ubicación de un jardín florecido. Tienen un poderoso instinto de anidar. Para varias culturas antiguas, representan un puente entre el inframundo y nuestra realidad. Para otras, se relacionan con la tierra y los cultivos, con la vida y la fertilidad. Son persistentes, son cuidadoras, son incansables. Su trabajo es impecable, preciso, destinado a fertilizar las flores, destinado a fomentar y sostener la vida.
¡Qué expresión más perfecta, son, de la fuerza femenina!
Con su boca y su cuerpo, la abeja transforma el néctar en miel.
Miel: una representación de riqueza y abundancia; un símbolo de la palabra hablada y escrita; una poderosa medicina dadora la vida; un elemento clave de bodas y ceremonias de amor para vikingos, egipcios, hindúes, polacos, griegos y muchos otros pueblos.
¡Qué maravillosa alegoría del poder femenino!